Una semilla de naranja produce naranja, porque Dios lo dijo. Cuando la creó, encerró en ésa semilla su decisión que,
cuando fuera sembrada, iba a crecer un árbol de naranjas.
Tú puedes orar, ofrendar,
para que salga un manzano, pero la Palabra de Dios contenida dentro de esa semilla, ni
tú ni nadie lo puede cambiar.
Si ése detalle fue importante para Papá, cuánto más lo
es tu vida.
Lo que Dios sembró en ti, es si y amén!!! (Génesis 1:11-12)
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