sábado, 9 de mayo de 2009

Esto también PASARÁ

Cuenta la leyenda. Un famoso Rey reunió, en un cónclave, a sus sabios más importantes. Y les dijo: "Necesito que ustedes lleguen a la conclusión de una frase que me ayude a pasar el momento más difícil de mi vida. Asi que, por favor, piensen una frase, y yo la mantendré en secreto y sólo la leeré cuando esté en una gran crisis".
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Los sabios llegaron a la conclusión en una frase. La escribieron en un papel muy diminuto que el monarca lo dobló y lo colocó en su anillo que contenía algo así como un diminuto cofre. Y la frase quedó oculta hasta que llegase el momento difícil del monarca.
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Y llegó el momento, según la leyenda. Los enemigos atacaron el reinado de éste monarca. Redujeron todo su ejército y el Rey tuvo que escapar. Y llegó a una situación, donde adelante tenía un peñaldero donde pensó en suicidarse. Detrás venían los enemigos, en la oscuridad, buscándolo para quitársela su cabeza. Y él, antes de suicidarse, se acordó de la frase. Abrió el anillo. Desenvolvió el papel. Y el papel decía: "ESTO TAMBIEN PASARA".
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Ésa frase le ayudó al rey tomar valor. Y en lugar de suicidarse, se ocultó trás unas rocas y dejó que ejército enemigo no lo viera. De ése modo salvó su vida.
La leyenda dice que al cabo de diez años, el rey fue rico otra vez. Conquistó reinos otra vez. Y otra vez se sentó en su trono.
Todo el pueblo lo ovacionaba: "Que viva el Rey. Que viva el Monarca"...
Mientras todo el pueblo lo aplaudía, uno de los sabio se le acercó y le dijo:
"Mi Rey. Usted debería abrir su anillo y volver a leer la frase tambien ahora".
El rey dijo "No". "Porque esta frase la escribieron para mi peor momento"...
"No Señor..." -interrumpío el sabio- "También se lo escribimos para este momento".
Asi que el Rey, en medio de la multitud que lo aclamaba, abrió el anillo y leyó: "ESTO TAMBIEN PASARA".
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Conclusión: "LO MALO PASARA... Y LO BUENO TAMBIEN PASARA".
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Uno pasa por momentos de alegría y de tristeza. Momentos agradables y otros que no lo son tanto. Todos tenemos una historia triste que contar (o vivir). Y esa historia triste hace que nos olvidemos que "ESTO TAMBIEN PASARA".
Muchas veces creemos que no nos merecemos una cosa, que no nos portamos mal. Hicimos los deberes lo mejor que pudimos. Llegamos a un quebrantamiento hasta perder la alegria de estar vivos. La alegría de levantarnos cada mañana y dar gracias al Señor por tener salud. Sentimos como en que el diablo logró tocar nuestro punto débil. Y decimos, "Señor, yo no voy a poder salir de ésta amargura. Nunca".
Nos dá broca en que el resto del mundo siga girando normalmente mientras uno tiene un problema grave. Deseamos que todo a nuestro alrededor nos acompañen en nuestro dolor. Que apaguen la música. No más cumpleaños. Basta de risas. Porque yo tengo un problema!!!
Buscamos responsables para hecharles la culpa. Buscamos gente que nos apoyen, y cuando éstas se acercan, deseamos que se vayan. Que se cayen la boca. No deseamos contarles para nada como ocurrió lo que nos ocurrió. Y más de cien veces nos los preguntan. Sentimos como que son hipócritas. No sienten lo que uno esta sintiendo. Perdemos el contacto con la felicidad. Ya nada será lo mismo.
Todos pueden sentir algo, pero uno es el que tiene que vivir con el problema. Y a uno nada le alegra.
No me pidan que cante victoria. Que levante las manos. Que aplauda al Señor. La vida no nos está tratando bien.....
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Pero sé que hay una salida. Se puede salir. DIOS NO QUIERE QUE VIVAS TRISTE.
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Tan solo Dios está moldeando tu temperamento, tu carácter. Se vale de lo malo que te está pasando para moldearte y decirte que ya no sos un nene.
Un nene que vive por las emociones. Que si tengo el juguete estoy feliz. Que si no tengo el juguete no estoy feliz.
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El Señor dice: "Si yo voy a darte una Nueva Dimensión, necesito CONFIAR en VOS como una PERSONA ADULTA".
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Cuando eras niño pensabas como niño y actuabas como niño. Pero ahora sos hombre. Creciste, maduraste. Tu gozo no puede estar relacionado con el dinero que tenga en tu bolsillo. Si Dios me prospera soy feliz. Si estoy en crisis no soy feliz.
Porque es fácil decir, "VOY A AGRADECER A DIOS EN LO MUCHO Y EN LO POCO". Y cuando viene lo poco no nos gusta.
Dios dice "Quiero que me sigas amando cuando estás sano o cuando estás enfermo. Cuando tu hijo vuele de fiebre o cuando goce de salud. Yo necesito saber que me amas igual. Tan sólo necesito saberlo".
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Dios nos ama como hijitos. Nos dice, "pequeño, que necesitas?".
Pero hay un momento en que nos dice...
"Yo quiero que crezcas, madures. Que ya no te pongas a llorar. Levántate!!!".
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Sabés como los hombres de la Biblia salieron de la depresión?
Cuando Dios les dijo...
"LEVÁNTATE. Porque profeta del Altísimo serás. Dejá de llorar. Come, duerme, porque largo camino te resta. BASTA DE LLORAR".
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Basta de estar triste. Dios curará nuestras heridas. Volvámos al sitio que debemos estar. Irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. Aunque tú creas que estás sólo, Dios aún sigue acompañándote y esperando por aquel niño que no quiere crecer.
No es Dios quién no nos fluye de unción, sino nosotros somos los que cerramos la canilla. Tan sólo abre el grifo y verás como estallan las Bendiciones.
Dios te dice: "YO VOY A SANAR TODAS TUS HERIDAS".
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Como una película de guerreros. Así Dios , Nuestro general, nos hablará:
"Damas y caballeros.
Ésta no será una batalla fácil.
La vida no es fácil. Quién dijo que lo sea.
Pero puedo prometerles que todo lo que pasen,
Yo, seré el primero en poner un pie,
y el último en quitarlo de ahi".
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Amén

sábado, 28 de marzo de 2009

Dios confía en tí

Te recuerdo una historia.

De la nobleza por adopción. Un israelita criado en un palacio egipcio. Sus compatriotas eran esclavos, pero Moisés era privilegiado. Comía a la mesa real. Fue educado en las escuelas más refinadas. Pero la maestra que más influyó no tenía título alguno. Era su madre.
Una judía que contrataron para ser su nodriza. "Moisés"- casi puedes escuchar como le susurra a su jóven hijo- "Dios te ha colocado aquí a propósito. Algún día librarás a tu pueblo. Nunca olvides, Moisés. Nunca olvides".

Moisés no lo hizo. La llama de la justicia se hizo más caliente hasta arder. Moisés vio a un egipcio que golpeaba a un esclavo; intervino y asesinó al egipcio. Al día siguiente Moisés vio al hebreo. El esclavo en lugar de mostrar gratitud, expresó enojo. "¿Piensas matarme como mataste al egipcio?", le preguntó. (Éxodo 2.14). Moisés supo que estaba en dificultades. Huyó de Egipto y se ocultó en el desierto.
Y así fue que un hebreo brillante y prometedor comenzó a cuidar ovejas en las colinas. Del círculo más refinado al cultivo de algodón.

Moisés quizás pensó que Dios lo había abandonado. Quizás pensó que el cambio era permanente. No existe evidencia, de que haya albergado jamás, la intención de regresar a Egipto. Es más, todo parece indicar que deseaba permanecer con sus ovejas. De pie descalzo ante la zarza, confesó: "¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?". (Éxodo 3.11)
Me alegra que Moisés haya hecho esa pregunta. Es una buena pregunta. ¿Por qué Moisés? O. más específicamente, ¿por qué el Moisés de ochenta años?
La versión de cuarenta años era más atractiva. El Moisés que vimos en Egipto era más temerario y seguro. Pero el que encontramos cuatro décadas más tarde era reacio y curtido. Si tú y yo hubiésemos visto a Moisés allá en Egipto, habríamos dicho: "Este hombre está listo para la batalla". Fue educado en el sistema más refinado del mundo. Entrenado por los soldados más hábiles. Contaba con acceso instantáneo al círculo íntimo del Faraón. Moisés hablaba su idioma y conocía sus costumbres. Era el hombre perfecto para la tarea. Moisés a los cuarenta años nos gusta. ¿Pero Moisés a los ochenta? De ninguna manera. Demasiado viejo. Demasiado cansado. Huele a pastor. Habla como extranjero. ¿Qué impacto causaría al Faraón? No es el hombre indicado para la tarea. Y Moisés habría estado de acuerdo. Ya lo había intentado antes y ése pueblo no quería su ayuda. Sus ovejas eran más fáciles de guiar.

Moisés no habría ido. Tú no lo habrías enviado. Yo no lo habría enviado. Pero Dios sí lo hizo. ¿Cómo se entiende esto? En el banco suplente a los cuarenta y titular a los ochenta.

Para empezar, "LA VIDA QUE PASO EN EL DESIERTO". El Moisés de cuarenta años era uno de la ciudad. El octogenario conoce el nombre de cada serpiente y la ubicación de cada pozo de agua. Si debe conducir a miles de hebreos en el desierto, será mejor que conozca lo básico de la vida en el desierto.
Otro asunto es "la dinámica familiar". Si debe viajar con las familias durante cuarenta años, es posible que le sea de ayuda comprender cómo actúan. Contrae matrimonio con una mujer de fe, la hija de un sacerdote madianita. Y establece su familia. Pero, aún más importante que la vida en el desierto y la gente, "Moisés necesita aprender algo acerca de sí mismo". Al parecer lo ha aprendido. "Dios dice que Moisés está listo". Y para convencerlo, le habla a travéz de un arbusto. Era necesario que hiciese algo dramático para captar la atención de Moisés!!!

Así como a Moisés, quizás a vos tambíen te está hablando. Tal vez te está llevando al desierto. O te estará instruyendo.
No reniegues de lo que estás atravezando, tán sólo aprende lo más que puedas de tu situación preocupante. "Por más grave que parezca tu problema, tómalo como un llamado de atención de parte de Dios". No como un apercibimiento, sino un llamado a ser otro Moisés. Hay muchos "esclavos" que esperan por un Moisés.
Aprende a moverte en tu dolor. A salir de las angustias. A sonreir en tu desgracia. "CONFÍA EN DIOS. DIOS CONFÍA EN TÍ". Intenta afirmarte. Mantente en tu fe. Afina tu oído para escuchar la voz de Dios susurrándote: "Se acabaron las clases. Ha llegado el momento de ponerse a trabajar".

"Si Dios comenzó una obra en tí, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo". (Filipenses 1.6)

No mires tus problemas. No te impacientes en una respuesta. Mantén tu fe. "DIOS CONFÍA EN TÍ. DIOS AÚN NO HA TERMINADO SU OBRA EN TÍ".
"Tu Padre quiere que sepas eso. Y para convencerte, es posible que te sorprenda. Quizás te hable a travéz de un arbusto. O más extraño aún...

...tal vez TE HABLE por medio de éste BLOG.



Relato adaptado de "Cuando Dios susurra tu nombre" (Max Lucado)